Llegó el día. Y vuestros chicos se hicieron mayores de pronto. Y mis alumnos dejaron de ser tales, para desvelarse como personas adultas con las que merece la pena cultivar una amistad.
Es un regalo para mi que cada año se gradúe un grupo de bachillerato. La mayoría habéis estado en mi clase desde 1º de ESO. Nos conocemos desde hace 6 años. Y yo he tenido el privilegio de veros crecer, madurar, superar dificultades, disfrutar con los triunfos... haceros personas, buenas personas.
No olvidéis (os lo dije entre bambalinas) dar gracias a Dios por todo lo que tenéis. Por vuestras familias que os quieren incondicionalmente. Por vuestros profesores que os han ayudado a crecer. Por vuestros amigos que han compartido desvelos, temores, alegrías... Porque habéis podido estudiar en un mundo que no pone la escuela al alcance de todos los jóvenes de vuestra edad. Porque, seguramente, vais a seguir estudiando, aprendiendo, descubriendo, soñando, construyendo, creando y mientras lo hacéis vais a tener el mundo en vuestras manos.
Y solo me queda deciros:
¡A VOLAR!
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